Liebres, palabras
Cada cosa en el mundo vibra con la carne insustancial de su réplica. Las palabras son espejos.
El cazador más infortunado siempre vuelve a su casa con el morral repleto de la palabra «liebre», o de su plural, «liebres». Aunque la bolsa regrese vacía la palabra del cazador siempre cobra su presa. Dispara. No falla. Cae abatida la liebre imaginaria en la tierra y la palabra entra con su carne herida en el morral de cuero, puro sentido, vibración pura, sinécdoque.
Dentro de un grito, en cambio, dentro de un sonido gutural y simple, no parece haber nada más que materia sonora, sustancia elemental, sin forma, de la lengua. Sin embargo, en ese grito están todas las cosas, está el universo con sus piedras austeras, con sus piedras que todo lo repiten y todo lo crean, las palabras.
RC
Poesía y Caracol
Cada cosa en el mundo vibra con la carne insustancial de su réplica. Las palabras son espejos.
El cazador más infortunado siempre vuelve a su casa con el morral repleto de la palabra «liebre», o de su plural, «liebres». Aunque la bolsa regrese vacía la palabra del cazador siempre cobra su presa. Dispara. No falla. Cae abatida la liebre imaginaria en la tierra y la palabra entra con su carne herida en el morral de cuero, puro sentido, vibración pura, sinécdoque.
Dentro de un grito, en cambio, dentro de un sonido gutural y simple, no parece haber nada más que materia sonora, sustancia elemental, sin forma, de la lengua. Sin embargo, en ese grito están todas las cosas, está el universo con sus piedras austeras, con sus piedras que todo lo repiten y todo lo crean, las palabras.
RC
Poesía y Caracol